El 10 de junio de 1907 marcó un hito trascendental en la historia de la fotografía. En la capital francesa, este inventor, uno de los pioneros del cine, presentó, al mundo, su más reciente proeza tecnológica: la fotografía en color. Este acontecimiento transformó la manera en la que se capturaba la realidad y abrió las puertas a una nueva dimensión estética y expresiva en el arte visual.
En aquel entonces, la fotografía en blanco y negro era la norma, pero limitaba la capacidad de los artistas para reproducir fielmente la riqueza cromática del mundo que los rodeaba. Sin embargo, Auguste Lumière y su hermano Louis se propusieron cambiar esta realidad.
Su técnica detrás de la fotografía en color se basaba en el proceso de autocromo, una invención que permitía la captura de imágenes utilizando placas de vidrio recubiertas con almidón de papa teñido en tres colores de base: rojo, verde y azul. Esta innovación requería un enfoque meticuloso en la captura de las imágenes y, también, un proceso laborioso en el revelado posterior.
El impacto de la noticia fue inmediato y profundo. Las imágenes proyectadas asombraron a la audiencia, por su viveza y realismo, e inspiraron a una nueva generación de artistas y fotógrafos, para explorar las posibilidades creativas del color, permitiendo la expresión de emociones y atmósferas de una manera completamente nueva.
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