El 31 de diciembre de 2019, la Comisión Municipal de Salud y Sanidad de Wuhan (provincia de Hubei, China) informó sobre un grupo de 27 casos de neumonía de etiología desconocida, con una exposición común a un mercado mayorista de mariscos, pescados y animales vivos en dicha ciudad de Wuhan. El inicio de los síntomas del primer caso fue el 8 de diciembre de 2019, para el 7 de enero de 2020, las autoridades chinas identificaron como agente causante del brote, a un nuevo tipo de virus de la familia Coronaviridae, que posteriormente ha sido denominado síndrome respiratorio agudo severo 2(SARS-CoV-2); así, el día 11 de marzo, la OMS declaró la pandemia mundial por este virus, también denominado COVID-19. Debido a la rapidez con la que se generan los acontecimientos en relación a esta pandemia, no es difícil imaginar las grandes interrogantes que surgen día a día, desde ¿cómo surgió este virus?, ¿qué síntomas se desarrollan al contraer la enfermedad?, ¿cómo evolucionará este virus? y, lo más importante, ¿qué se espera a futuro?, ante un enemigo que ataca, revoluciona y transformaal mundo a pasos agigantados.
La primera interrogante es simple:¿Qué son los coronavirus?
Los coronavirus son una familia de virus que causan infecciones en los seres humanos y en una variedad de animales, incluyendo aves y mamíferos como camellos, gatos y murciélagos. Reciben el nombre de coronavirus por la estructura que poseen, que, vista al microscopio, les confiere una especie de halo o corona en su superficie exterior.
De manera específica, el virus SARS-CoV-2 pertenece a la familia Coronaviridae y, en concreto, al género beta (beta-coronavirus), al igual que el coronavirus del síndrome respiratorio agudo grave (SARS-CoV), el cual surgió en 2002-2003, y al coronavirus del síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS-CoV) en 2012. Se trata de una enfermedad zoonótica, lo que significa que puede transmitirse de los animales a los humanos. Hasta este momento, se cree que el reservorio de este nuevo virus es el murciélago, pero se sigue investigando acerca del animal hospedador intermediario, puesto que existe controversia entre el pangolín y otros animales.
Mecanismo de transmisión: animal a humano y de humano a humano
El modo en el que pudo transmitirse el virus de la fuente animal a los primeros casos humanos es desconocido, sin embargo todo apunta a que el contacto directo con los animales infectados o con sus secreciones respiratorias y/o con el material procedente de su aparato digestivo, ha sido el mecanismo. Mientras que la vía de transmisión entre humanos es a través de las secreciones de personas infectadas, principalmente por contacto directo con las gotas respiratorias.
Sintomatología y evolución clínica de la enfermedad por COVID-19
Una vez adquirida la enfermedad y tras el período de incubación, los signos y síntomas comienzan a surgir. Los descritos con mayor frecuencia son fiebre, tos, astenia, expectoración, disnea, dolor de garganta, cefalea, mialgia o artralgia, escalofríos, náuseas, vómito, congestión nasal, diarrea, hemoptisis y congestión conjuntival.
A su vez, con la experiencia acerca del COVID-19 procedente del brote en China, se estimó que el 80 % de los casos confirmados tuvieron sintomatología leve a moderada, 13.8 % tuvieron un curso clínico grave con disnea y taquipnea, entre otros datos clínicos, y 6.1 % presentaron un curso crítico con insuficiencia respiratoria, shock séptico o fallo multiorgánico, en cuyo caso, ha sido necesario el tratamiento en una unidad de cuidados intensivos, con ventilación mecánica y demás medidas. La evolución de la enfermedad, de paciente a paciente, es variable y tiene mucho que ver con ciertas características de la persona, por lo cual, resultan con un mayor riesgo de desarrollar enfermedad grave, aquéllos que tienen más de 60 años, así como enfermedades cardiovasculares, hipertensión arterial, diabetes, cáncer, enfermedades pulmonares crónicas, inmunocompromiso y embarazo, entre otras situaciones.
Cazando mitos sobre COVID-19
De manera inevitable, esta pandemia ha traído consigo especulaciones y múltiples teorías conspirativas; una de ellas establece que el nuevo virus fue creado en un laboratorio de China, para ser esparcido como arma biológica en contra de otras potencias. Como ésta, existen muchas otras teorías, cada vez más dispersas y fantasiosas, que sugieren un origen dudoso y la creación del virus. Esta situación se ha visto reforzada por sus defensores, al exponer que en la ciudad donde se originó el brote, Wuhan, se encuentra un instituto de virología que contiene varios virus de alta mortalidad y que está situado cerca del mercado que fue señalado como foco inicial de la pandemia.
Aunque lo anterior genera incertidumbre y dudas crecientes, se han desmentido dichas aseveraciones mediante la decodificación del material genético del nuevo coronavirus, estableciendo que no se trata de una creación de laboratorio, sino que es producto de la evolución natural. Es decir, se ha comprobado que la estructura del genoma del SARS-CoV-2 no deriva de la de otro virus, lo que sería necesario si éste fuera diseñado.
Importancia de la secuenciación del genoma del SARS-CoV-2
Una de las mejores formas de conocer un organismo es secuenciar su genoma, en donde contiene las instrucciones necesarias para hacerlo funcionar. Por eso, ha sido fundamental conocer el genoma del SARS-CoV-2, para identificar qué es lo que causa la enfermedad, establecer su origen, vislumbrar su evolución con el tiempo y, lo más importante, desarrollar estrategias terapéuticas para combatirlo.
Hay que destacar que una característica de los virus de ARN, como el SARS-CoV-2, es su rápida capacidad de mutación,por lo que acumulacambios en su genoma y dificulta en cierta medida el desarrollo de terapias y vacunas.
En esta carrera para encontrar una cura contra el SARS-CoV-2, ha destacado la gran velocidad de las investigaciones para el desarrollo de una vacuna, considerando que de manera habitual el desarrollo de éstas puede durar años, incluso décadas.
A la fecha se conocen varias propuestas prometedoras, una de ellas es la denominada vacuna AD5-nCoV. Ésta utiliza como vector una versión no replicante de un adenovirus (virus que causa el resfriado común), el cual transporta el gen de la proteína S de la superficie del coronavirus, con lo que se espera desencadenar la respuesta inmune para combatir la infección. Conocer el genoma de este virus y por ende las proteínas que sus genes codifican, ha sido fundamental para poder plantear ideas y desarrollar vacunas, como la anteriormente descrita.
Mientras se continúa el desarrollo de una vacuna segura y efectiva, algo que desafortunadamente podría tardar meses, el enfoque en varios países ha sido probar diversos fármacos que combatan al virus, como es el caso de la hidroxicloroquina y el remdesivir.
Otro tratamiento experimental es el llamado plasma convaleciente, que consiste en hacer transfusiones del plasma de la sangre de quienes se han recuperado de la enfermedad, a pacientes que aún la tienen. Para comprender cómo funciona esta terapia, se debe recordar que, ante una infección, el organismo reacciona creando anticuerpos para defenderse, pero una vez que la persona se recupera, esos anticuerpos permanecen en el plasma por semanas e incluso años. Es por eso que, en el caso de la trasfusión de plasma convaleciente, se busca que el enfermo reciba los anticuerpos que ya vencieron al virus en otra persona.
Como podemos imaginar, los esfuerzos para hallar una cura son gigantes, desafortunadamente, a la fecha no existe un tratamiento efectivo aprobado y aquéllos administrados se encuentran en fase de experimentación.
Las amenazas de otros coronavirus
Esta pandemia ha traído grandes interrogantes sobre los peligros a futuro que pueden desencadenarse, ante esto, en un trabajo donde ha contribuido el virólogo Edward Holmes, se menciona que la vida silvestre contiene muchos coronavirus que podrían surgir a futuro y afectar a los humanos, ya que este tipo de virus tiene la capacidad de saltar y adaptarse de una especie a otra, causando enfermedades infecciosas. Por lo que un aprendizaje ante esta pandemia, sobre todo con el objetivo de prevenir futuras, es la importancia de reducir la exposición de los humanos a la vida silvestre, adaptando políticas para el control del comercio de animales exóticos, así como concientizar sobre el riesgo de la existencia de mercados donde se lucre con ellos, y la necesidad de una vigilancia constante de los coronavirus presentes en diferentes especies de mamíferos.
El futuro tras la pandemia por COVID-19
La pandemia por COVID-19 llegó para marcar un antes y un después en todo el planeta; desde el 29 de abril, con 3 millones 866 mil 642 casos confirmados y más de 270 mil 118 muertos a nivel mundial, logró acaparar titulares de prestigiosos periódicos, revistas y noticieros, ser tema central en pláticas de políticos y empresarios, y hasta ser tema de debate en la mesa de múltiples familias. El futuro y la evolución de esta enfermedad es incierto, tenemos esperanza de un retorno a la vida cotidiana como la conocíamos, pero lo cierto es que el mundo no volverá a ser el mismo. A lo largo de la historia de la humanidad, múltiples pandemias han impactado sobre la economía, la política, la salud y la cultura; asimismo, en este momento y con mira al futuro, la pandemia por COVID-19 deberá dejar como aprendizaje el respeto hacia la vida silvestre, la constancia de llevar a cabo medidas higiénicas básicas, como el lavado de manos y la cultura del uso de cubrebocas en caso de estar enfermo, como una medida de cordialidad y consideración a las personas que nos rodean.
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