Cumpliendo el sueño humano de surcar el cielo
En la actualidad, volar es una posibilidad y no sólo un sueño. Sin embargo, hubo un tiempo en el que la sola idea de que el ser humano pudiera surcar los cielos, como las aves, era una fantasía. Por fortuna, esta ambición llevó a las personas, desde tiempos muy antiguos, a esbozar y realizar experimentos con diseños y prototipos para lograr su objetivo: volar.
Fue hasta el siglo XVIII cuando, finalmente, todos esos intentos dejaron de ser infructíferos, pues, en 1709, hubo un avance significativo, ya que se inventó un objeto que facilitó la capacidad de volar. El sacerdote jesuita Bartolomeu Lourenço de Gusmão, el 8 de agosto de ese año, hizo la primera demostración de ascensión aérea en globo de aire caliente, de manera pública, para la Corte del rey Juan V de Portugal, en la Casa de Indias de Lisboa.
Su vehículo, que no estaba tripulado, se elevó entre tres y cuatro metros sobre el suelo y, después, se incendió. Aunque, ahora, nos parece poco sorprendente, la muestra dejó a todos asombrados en aquel entonces, tanto así que lo apodaron el ‘padre volador’. No obstante, en vez de que fuera reconocido por este trabajo, fue acusado de hechicería, por la Santa Inquisición. Su persecución lo obligó a huir, y fue así que terminó refugiándose en España hasta el día de su muerte, en Toledo, en 1724, a los 39 años de edad. La causa de su fallecimiento fueron unas fiebres.
La forma y funcionamiento de su artefacto se le ocurrieron un día que observó cómo una burbuja de jabón se elevaba cuando pasaba sobre una vela. Fue así que buscó crear un instrumento más ligero que el aire. El invento tenía por nombre passarola, estaba hecho con un globo de papel grueso y era similar a un barco; dentro, tenía un cuenco con fuego, mediante el cual, se logró elevar, gracias al aire caliente. Sin embargo, es importante señalar que, como este vuelo se realizó solamente una vez, se desconocen las características reales de la máquina.
Tuvieron que pasar más de 70 años para que se repitiera la hazaña del ‘padre volador’. Ahora, el crédito de la invención del globo aerostático se le otorga a los hermanos Joseph-Michel y Jacques-Étienne Montgolfier. Se dice que, mientras ambos jugaban con unas bolsas de papel, Joseph puso una, invertida, sobre el fuego de la chimenea, y se dieron cuenta de que ésta empezó a subir hasta el techo, debido al aire caliente. Ante tal descubrimiento, intentaron encerrar ese aire caliente en una gran bolsa, para que ésta pudiera elevarse, incluso, con carga.
Empezaron a hacer pruebas con materiales más ligeros, como seda y lino; y, en septiembre de 1782, lograron elevar un globo, de un metro cúbico, a 30 metros de altura. Para el 14 de diciembre, consiguieron elevar una bolsa de seda, de 18 metros cúbicos, a una altura de 250 metros. Ante el resultado de todos sus experimentos, se animaron a hacer su primera demostración pública, el 4 de junio de 1783, en Francia.
Ahí, mostraron cómo una esfera de papel, de, aproximadamente, unos 800 metros cúbicos, podía subir gracias al aire caliente. El vuelo duró unos 10 minutos y alcanzó una altitud de mil 600 a 2 mil metros, y se trasladó unos dos kilómetros. Luego de esa exhibición, los hermanos Montgolfier fueron invitados a hacer otra, ante el rey Luis XVI, María Antonieta y la Corte francesa, en el Palacio de Versalles.
Dicho evento se llevó acabo el 19 de septiembre de 1783, pero, esta vez, para ver lo que le pasaba a los seres vivos a esa altura, al globo, le ataron una cesta, donde iban un cordero, un gallo y una oca, los cuales completaron la demostración sin sufrir ningún daño. Este fue el experimento que permitió que el rey Luis XVI de Francia diera su permiso para dar el siguiente paso, la pruebas de vuelo, pero, ahora, con humanos a bordo.
Fue así como, en octubre de 1783, los hermanos Montgolfier realizaron el primer vuelo en globo tripulado por humanos; las personas que tuvieron el privilegio de abordarlo fueron Jean-François Pilâtre de Rozier – profesor de física y química e inventor–, Jean-Baptiste Réveillon y André Giroud de Villette. Para que esta prueba fuera segura, el globo estuvo atado todo el tiempo al piso, pero la prueba de vuelo ya libre, con pasajeros, fue en noviembre de ese mismo año. En esa ocasión, los tripulantes fueron Jean-François Pilâtre de Rozier y el marqués François d'Arlandes.
El profesor Jacques Charles estuvo presente durante las dos primeras demostraciones de los Montgolfier y, con base en sus propias investigaciones, hizo unos cambios a esos globos aerostáticos. Jacques utilizó el hidrógeno porque tenía conocimiento sobre este gas, y creyó que ayudaría a una mejor elevación. En una de sus primeras pruebas, su globo voló por 45 minutos y aterrizó en una aldea, a 21 kilómetros de su punto de partida, donde los locales atacaron el artefacto porque no sabían lo que era.
Su prueba con tripulantes humanos fue el 1 de diciembre de 1783. El vehículo fue soltado en el Jardín de las Tullerías, de París. El mismo Jacques Charles se subió en aquella ocasión, acompañado de Nicolas-Louis Robert. Ambos iban saludando a los presentes, que estaban igual o con más euforia por ver tal hazaña.
Por su parte, Jean-François Pilâtre de Rozier, al ver el trabajo de los hermanos Montgolfier, empezó a hacer sus propias pruebas. Él, junto con el marqués d’Arlandes, realizó su primer vuelo tripulado por humanos, el 21 de noviembre de 1783. Ellos salieron de Château de la Muette y recorrieron unos 13 kilómetros, a una altura de más de 900 metros, por alrededor de media hora.
De manera general, después de los primeros experimentos con estos globos de aire caliente, conocidos como montgolfière o ‘mongolfiera’, vinieron muchos más; y esta nueva tecnología se empezó a desarrollar en forma. Sin embargo, no pasó mucho tiempo para que algo negativo ocurriera. En 1784, Jean-François Pilâtre de Rozier y John Jeffries cruzaron exitosamente el canal de la Macha, pero, cuando Rozier intentó hacerlo por segunda vez, unos pocos meses después, una ráfaga de viento ocasionó un accidente aéreo mortal. Así, Rozier se convirtió no sólo en uno de los primeros aeronautas de la historia, sino, también, en la primera víctima.
Fue por esta clase de accidentes, los cuales iban en ascenso, que los vuelos en globo fueron disminuyendo. Por otra parte, como ya se había demostrado que el hombre era capaz de volar, se tenía que pensar en una nueva utilidad para esta actividad, diferente a la recreación. De este modo, la aplicación de esta tecnología fue la fuerza militar.
En 1794, los franceses utilizaron estos globos para hacer trabajos de observación en la batalla de Fleurus, lo que ayudó para obtener la victoria. También, durante el siglo XIX, se emplearon para hacer reconocimiento de terrenos y para lanzar explosivos desde las alturas. Asimismo, el globo aerostático fue usado en la Primera y Segunda Guerra Mundial, con el fin de observar y controlar los movimientos enemigos. De igual manera, en 1947, Estados Unidos desarrolló el Proyecto Mogul, al comienzo de la Guerra Fría, con el cual esperaban poder espiar a los soviéticos, a través de globos no tripulados.
Es importante aclarar que estos globos usaban hidrógeno y helio, principalmente, lo que hacía que el costo de éstos fuera elevado, aunque efectivo. Para que los globos aerostáticos, como los conocemos ahora, fueran más accesibles, en los 60, el inventor estadounidense Paul Edward Yost hizo que éstos usaran propano, para elevarse, una idea que era más cercana a la que tuvieron los hermanos Montgolfier. Esto facilitó, de nuevo, su uso civil y se aplicó en todo el mundo.
En la actualidad, el globo aerostático, prácticamente, sólo se usa como actividad turística, con viajes cortos y con elevaciones no muy altas, con el único fin de disfrutar el paisaje desde un punto alto y sentir que uno está volando. Sin embargo, no está de más mencionar que una de las últimas hazañas viajeras hechas con un globo fue la vuelta al mundo, en 1999, por obra de los pilotos Brian Jones y Bertrand Piccard, sin hacer escalas.
Gracias al globo aerostático, el cielo se pudo conquistar por primera vez y eso abrió una nueva ventana de oportunidades, metas y de buscar formas más precisas para continuar elevándonos por los aires (el dirigible, el avión y hasta cohetes). Nos hizo romper barreras, para ir aún más lejos; ahora, no sabemos hasta dónde podemos llegar.
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