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Foto del escritorRedacción Relax

El sargazo, un problema con beneficios





Desde que el sargazo llegó a playas mexicanas, en los meses de marzo y mayo, hace ya algunos años, principalmente en la región que limita con el Golfo de México y los estados próximos al Caribe, como Yucatán y Quintana Roo, como si de una epidemia se tratara, ha sido un obstáculo para el turismo, ya que los visitantes han evitado los paseos específicos por las playas para no enfrentarse con el fuerte y desagradable olor que esta macroalga desprende al descomponerse, producto del ácido sulfhídrico que libera.


Por si fuera poco, su generación descontrolada ha llevado a una recolección descomunal, como en 2018, cuando, de manera incansable, las autoridades recogieron hasta 500 mil toneladas de ésta, con el fin de mantener las playas limpias. Por ejemplo, cada tercer día, una aeronave sobrevolaba las playas de Cancún para detectar las manchas de sargazo que se apreciaban a distancia, para proceder a retirarlo.

Lo anterior ha llevado a organizaciones como Greenpeace a señalar que, aun con las afectaciones que el sargazo tiene, sería importante que se le protegiera, ya que es hogar de otros seres vivos, y que el Mar de los sargazos (ubicado en el Atlántico), de donde procede, es un punto que alberga a camarones, peces, tortugas, cangrejos y otras especies únicas, además de que su movilidad hacia otras aguas ayuda a vincular a estos seres con el sistema marino y sirve como resguardo a tortugas bebés, mientras éstas crecen.


Por su parte, la Universidad Politécnica de Quintana Roo ha explicado que el sargazo funciona como fertilizante, además de que es un buen corrector de la acidez y de la carencia de minerales.


Respecto a lo anterior, en 2019, la diversidad de algas en el litoral de Quintana Roo contemplaba una importante concentración de potasio y fósforo, lo cual representaba una enorme posibilidad de generar alimento para aves en cautiverio y compostas que sirvieran de abono en el cultivo de hortalizas, pero además, funcionaba adecuadamente en la elaboración de alimentos y de fármacos.


Sorprendente, ¿no?


Y es que, después de que la atención mediática se centrara en la afluencia del sargazo en las costas del Caribe, biólogos, ecologistas e investigadores de nuestro país y otras partes del mundo comenzaron a analizar la composición y las propiedades del alga, y encontraron que puede tener aplicaciones muy favorables, como las siguientes:


Hacer ladrillos. La firma mexicana Blue Green desarrolló ladrillos de sargazo, que, en teoría, podrían durar hasta 120 años y que económicamente serían redituables, pero, sobre todo, amigables con el medio ambiente, además de que se trata de un material térmico y que mejora la acústica de los espacios. De hecho, ya ha construido viviendas con excelentes resultados.

Sobre este renglón, la Secretaría de Ecología y Medio Ambiente de Quintana Roo comprobó que los bloques creados por Blue Green podían resistir hasta 120 kilos, con lo cual las construcciones presumen de ser realmente sustentables y ecológicas.







Convertirlo en hongos comestibles. En 2019, en el marco de la presentación del proyecto Los hongos comestibles, funcionales y medicinales: Alternativa biotecnológica ante la Problemática Social, Económica y Ecológica del sargazo en el Caribe mexicano, Alfonso Larqué, coordinador de agrociencias de la Academia Mexicana de Ciencias, sostuvo que una tonelada de sargazo se podría convertir en 114 kilos de setas, aunque su producción llevaría, por lo menos, 30 días.

En este mismo caso trabaja un grupo de investigadores del Centro de Investigación Científica de Yucatán, el Colegio de Posgraduados y la Universidad Popular Autónoma de Puebla, liderados por el doctor Daniel Martínez Carrera, biólogo, maestro en recursos bióticos y experto en hongos comestibles, funcionales y medicinales.



Elaboración de cosméticos y combustibles. Estudiantes del Instituto Tecnológico de Monterrey han encontrado la manera de reutilizar el alga en la creación de cremas y de otros productos corporales, a partir de emplear la hidrólisis enzimática para separar los enlaces de agua del alga y, con ello, obtener una sustancia llamada alginato, que es empleada en la industria cosmética. Con lo anterior, se consiguen fucoidanos, azúcares presentes en las paredes del alga, que son antioxidantes naturales y fotoprotectores, que en otros procesos tendrían que agregarse de manera sintética. Aunque esta aplicación no se ha concretado, ya ha tenido un gran avance.


Hacer suelas de zapatos. La firma Renovare elaboró zapatos ecológicos con suela hecha de sargazo, explicando que cada suela requiere hasta cien gramos de alga para fabricarse.

Lo anterior es un claro ejemplo de cómo se puede abordar un problema, pues, mientras en un ámbito se trata de sofocar, otros emprendedores de nuestro país, con el apoyo de la ciencia, lo han aprovechado. Cabe decir que, en 2018, cuando se vivió una crisis severa por la proliferación del sargazo, la Secretaría de Ecología de Quintana Roo incluso señaló que las propuestas para industrializar la macroalga eran infinitas, y que hasta gobiernos como el de Japón o China estaban interesados en usarlo. En fin, se trata de un tema que, en un futuro no muy lejano, tendrá mayor impulso, repercutiendo en la economía de estas regiones.

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