El pasado 30 de septiembre a los 88 años de edad, dejó este mundo en su natal Argentina, en la provincia de Mendoza, Joaquín Salvador Lavado Tejón, conocido internacionalmente como Quino, creador de Mafalda, una de las tiras de prensa más influyentes y destacadas del último siglo.
Apenas se conoció la noticia, organizaciones como la UNESCO, la Real Academia Española y Amnistía Internacional, se volcaron en las redes sociales destacando su quehacer, sobre todo, con aquellas viñetas en las que expresó un reclamo por la paz mundial y criticó acontecimientos políticos de su tiempo, siempre con humor.
En la sentida nota principal de estos días, apareció un breve esbozo de lo que fue su vida y carrera, distinguiendo sobre todo el universo de Mafalda, su personaje emblemático; sin embargo, a manera de homenaje resulta interesante conocer algunos hechos en torno a su trayectoria, pues llegó a publicar otras historietas, que no son tan conocidas.
Un argentino andaluz
Joaquín Salvador llegó al mundo el 17 de julio de 1932 en Guaymallén, una zona urbana de Mendoza, en Argentina; sus padres provenían de Fuengirola, Málaga, en Andalucía y tenía dos hermanos mayores. No obstante, habiendo crecido en este país, reconocía un problema de identidad que lo hacía sentir “no tan latinoamericano”, pues recordaba con nostalgia que en su hogar se hablaba andaluz, y habitaba en él un anhelo por esa región española.
A la edad de 13 años perdió a su madre, y a los 15, a su padre. Fue acogido por sus hermanos y su familia, con quienes siempre estuvo muy agradecido, pues comprendieron que abandonara la Escuela de Bellas Artes de Mendoza al poco tiempo de haber ingresado, argumentando que se aburría y que se dedicaría a las historietas, una pasión que heredó de su tío, Joaquín Tejón, quien, siendo pintor y dibujante publicitario, mientras cuidaba de él y sus hermanos cuando sus padres tenían que salir, los ponía a dibujar, lo cual representó un mundo desconocido y fascinante para él. Así que ese hombre de sonrisa y mirar tímidos, afirmaba que esa era su manera de comunicar, y que cualquiera que deseara saber algo de su vida, sólo tenía que ver su obra.
Estilo sencillo y normal
Fue así que, dibujó su primera historieta para publicidad en 1950, pero no tuvo éxito, por lo cual, después de haber realizado su servicio militar, se fue a radicar a Buenos Aires, donde emprendió de lleno su carrera en varias publicaciones como Vea y Lea, Leoplán, Damas y Damitas, Tv Guía, Usted y Democracia, y donde, además, en la misma capital cosmopolita, contrajo matrimonio con Alicia Colombo, quien sería su única compañera.
Los años 60 fueron para Quino, un parteaguas que le llevaría a crear Mafalda como parte de una campaña publicitaria para Siam Di Tella, empresa que promocionaba electrodomésticos, pues la firma requería una familia con dos hijos; sin embargo, ésta no usó la historieta. Por tanto, fue el 29 de septiembre de 1964 cuando Mafalda vio la luz en el semanario Primera Plana. En este medio se publicó por un año, y afortunadamente, la retomaría el diario El Mundo, que desaparecería en 1967; no obstante, el universo de una pequeña niña, que era un fiel reflejo de la clase media argentina y de la juventud progresista, que generalmente estaba preocupada por el mundo y la humanidad, ya estaba inscrito en la mente y el corazón del público.
Trece años después de su magistral obra y haciendo un recorrido por su trabajo, Joaquín reconocía la influencia que tuvo de algunos historietistas franceses, pues consideraba que,
como todo, se parte de lo que enseñan los maestros, pero, además, hacía la diferencia el haber adquirido un estilo único, de trazos relajados y dinámicos, pero básicamente críticos,
que retrataban sucesos de la realidad, una realidad que le atemorizaba.
El año de 1966 marcó uno de los grandes éxitos para Quino, pues la compilación de las tiras de Mafalda en un libro, se agotó en sólo dos días, definiendo así el camino de su trabajo, y con el paso del tiempo, su reconocimiento en Latinoamérica y Europa.
A este respecto, para el historietista resultaba una apabullante sorpresa, pues en algún momento de su carrera, afirmó que no deseaba casarse con un personaje pues eso podría ser bastante frustrante, defendiendo que más allá de Mafalda tenía otros intereses, aunque argumentó que los rasgos de sus viñetas siempre tendrían la esencia de esa niña: defensores del mundo, representarían la desigualdad, las relaciones de poder, las diferencias y la necesidad de hacer algo por el planeta. En 1969 ya existía en Italia una recopilación de textos y humor gráfico de Quino, y un año después, se dio a conocer el libro Mafalda la contestataria, cuya presentación correría a cargo del escritor y filósofo Humberto Eco, quien expresó: “Mafalda no es solamente un personaje de historieta más; es, sin duda, el personaje de los años setenta. Si para definirla se utilizó el adjetivo ‘contestataria’, no es sólo para alinearla en la moda del anticonformismo. Mafalda es una verdadera heroína ‘rebelde’, que rechaza el mundo tal cual es. Para entender a Mafalda es necesario establecer un paralelo con ese otro gran personaje, cuya influencia, evidentemente, no le es ajena: Charlie Brown.” …, haciendo alusión a una de las tiras cómicas más famosas de ese tiempo: Peanuts, del norteamericano, Charles Schulz. La siguiente década, marcó la reedición de las tiras cómicas de Mafalda en otros países y la publicación de los chistes gráficos de Quino, en el semanario Madrid, lo cual derivó en su fama por toda Europa, pero, además, el riesgo de la especulación con el personaje fue creciendo. Por ello, tal vez en 1973, decidió terminarlo, lo cual para muchos fue un acierto, pues lo hizo a tiempo, congelándolo en una niña eterna. Más adelante se conocería que uno de sus más profundos temores era que algún día no se le ocurriera nada ingenioso para trazar las viñetas, situación que confesó, le sucedía a menudo al iniciarlas. Aunque Quino cerró Mafalda, ésta siguió reimprimiéndose en colecciones y más recopilaciones, y posteriormente hasta apareció en dibujos animados, en versiones para colorear y un largometraje en Argentina. Paradójicamente a estos logros, en 1976 debido al golpe de Estado en su país, Quino se exilió en Milán durante tres años, mientras siguió trabajando. Durante los siguientes años fue objeto de numerosos reconocimientos por su trayectoria, como fue el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, en 2014, que sobre todo subrayó la admiración que España tiene de su obra, pero más que eso, el mensaje universal que deja.
La niña que lo llevó de la mano Joaquín Salvador Lavado vivió para contar las circunstancias de su obra, verla a distancia y, sobre todo, para disfrutar el ser homenajeado por ella, compartiendo con las generaciones que tuvieron la oportunidad de apreciarla cuando tenían entre seis y ocho años de edad como Mafalda y que para 2014, en ese maravilloso evento asturiano, ya contaban medio siglo de vida.
Dígase lo que se diga, aunque los niños y jóvenes de hoy estén tan inmersos en la tecnología y sean otros sus intereses, el carácter rebelde mafaldiano es común en muchos de ellos, pero, sobre todo, los sentimientos y valores que promueve la obra de Quino, son globales y atemporales.
Mafalda recibió el pésame de sus más queridos amigos, pues su padre partió, pero con ella, nos dejó un legado permanente.
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