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Hedy Hernández

Enfermedad de Parkinson, mucho más que “un temblor de viejo”



 

La enfermedad de Parkinson es un trastorno neurológico crónico que afecta el movimiento y la coordinación, y desencadena alteraciones en la función cognitiva, depresión, dolor y alteraciones en la función del sistema nervioso autónomo. Se caracteriza por la pérdida de neuronas que producen dopamina, un neurotransmisor que ayuda a controlar los músculos. La causa exacta de la enfermedad de Parkinson se desconoce, pero puede estar relacionada con factores genéticos, ambientales o del envejecimiento.

 

La enfermedad de Parkinson se diagnostica mediante una evaluación clínica que incluye los antecedentes médicos, una revisión de los síntomas y un examen neurológico y físico. No hay una prueba específica que pueda confirmar el diagnóstico, y puede ser difícil en las etapas iniciales o atípicas de la enfermedad, pero se pueden realizar algunos estudios complementarios para descartar otras posibles causas o para apoyar la sospecha clínica. Algunos de estos estudios son:

 

•  El estudio del transportador de dopamina, que es un tipo de tomografía computarizada por emisión de fotón único que mide la cantidad de dopamina en el cerebro. Este estudio puede mostrar una disminución de la dopamina en las personas con la enfermedad de Parkinson, pero también puede verse afectado por otros factores, como el uso de medicamentos o la edad.

•  La resonancia magnética, que es un tipo de imagen que muestra la estructura del cerebro. Este estudio puede ayudar a descartar otras enfermedades que pueden causar síntomas similares a los del Parkinson, como un tumor, un accidente cerebrovascular o una hidrocefalia.

 

•  Los análisis de sangre, que pueden detectar algunas condiciones médicas que pueden imitar o agravar los síntomas del Parkinson, como el hipotiroidismo, la anemia o la deficiencia de vitamina B12.

•  Los estudios del sueño, que pueden evaluar la calidad y la cantidad del sueño, así como la presencia de trastornos del sueño asociados con el Parkinson, como el insomnio, la somnolencia diurna excesiva o el trastorno del comportamiento del sueño MOR.

•  Los estudios genéticos, que pueden identificar algunas mutaciones o variantes genéticas que se han relacionado con la enfermedad de Parkinson, especialmente en los casos de inicio temprano o familiar. Estos estudios pueden tener implicaciones para el pronóstico, el tratamiento y el asesoramiento genético.

 

 

Los síntomas tempranos de la enfermedad de Parkinson se manifiestan antes de que se afecte el movimiento y la coordinación. Pueden variar de una persona a otra, pero algunos de los más frecuentes son:

 

•  Temblor, que consiste en una agitación involuntaria y rítmica de las manos, los brazos, las piernas, la mandíbula o la cabeza, especialmente cuando se está en reposo.

•  Pérdida del olfato, que implica una dificultad para percibir o distinguir ciertos olores, como los alimentos, los perfumes o las flores.

•  Producción excesiva de saliva.

• Estreñimiento, que puede provocar molestias, dolor o hinchazón abdominal.

•  Trastornos del sueño, que pueden incluir insomnio, somnolencia diurna excesiva, pesadillas, sueños vívidos o movimientos bruscos durante el sueño.

•  Letra pequeña, que se caracteriza por una disminución del tamaño y la claridad de la escritura, que puede hacerse más apretada y difícil de leer.

•  Cambios en la voz, que pueden manifestarse como una disminución del volumen, del tono o de la modulación de la voz, que puede sonar más baja, ronca o monótona.

•  Cambios en el ánimo, que pueden implicar una mayor tendencia a la depresión, la ansiedad, la apatía o la irritabilidad.

•  Rigidez muscular, lentitud y dificultad para caminar y hablar.

 

Estos síntomas pueden ser sutiles o confundirse con otras condiciones médicas o con el envejecimiento normal. Sin embargo, si se presentan más de uno de estos síntomas, se recomienda consultar a un neurólogo, para realizar una evaluación clínica y descartar o confirmar el diagnóstico. Un diagnóstico temprano puede ayudar a iniciar un tratamiento adecuado y mejorar la calidad de vida de los pacientes.

 

 

Debido al desconocimiento de la causa de la enfermedad, actualmente no hay forma de prevenir la aparición de la enfermedad de Parkinson. Sin embargo, algunos estudios han sugerido que ciertas elecciones dietéticas o de estilo de vida pueden reducir el riesgo o retrasar el inicio de la enfermedad. Algunas de estas elecciones son:

 

•  Consumir alimentos ricos en antioxidantes, como brócoli, tomates, alcachofas, fresas, moras, arándanos, frambuesas, kiwis, etc. Los antioxidantes pueden proteger las células del estrés oxidativo, que puede dañar las neuronas dopaminérgicas.

•  Beber cafeína, como café, té, gaseosas o bebidas energéticas. La cafeína puede estimular el sistema nervioso y aumentar la producción de dopamina. Algunos estudios han encontrado una asociación inversa entre el consumo de cafeína y el riesgo de desarrollar la enfermedad de Parkinson.

•  Beber té verde, que contiene polifenoles, un tipo de antioxidante que puede eliminar los radicales libres y prevenir el daño celular. El té verde también puede tener efectos antiinflamatorios y neuroprotectores.

•  Comer pimientos rojos, verdes, amarillos o naranjas. Los pimientos contienen una sustancia llamada capsaicina, que puede activar los receptores de la dopamina y mejorar el funcionamiento de las neuronas dopaminérgicas.

•  Hacer ejercicio físico regularmente, ya que mejora la circulación sanguínea, el metabolismo, el estado de ánimo y la salud general. También puede estimular la liberación de dopamina y otras sustancias que favorecen la supervivencia y el crecimiento de las neuronas.

•  Evitar golpes en la cabeza, que pueden provocar traumatismos craneoencefálicos, que pueden dañar el cerebro y las neuronas. Los traumatismos craneoencefálicos pueden aumentar el riesgo de desarrollar la enfermedad de Parkinson o agravar sus síntomas.

•  Evitar fumar, que puede tener efectos nocivos para la salud en general y para el cerebro en particular. El humo del tabaco contiene sustancias tóxicas que pueden generar estrés oxidativo, inflamación y daño celular. Algunos estudios han encontrado una mayor prevalencia de la enfermedad de Parkinson entre los fumadores que entre los no fumadores.

 

Estas elecciones pueden ayudar a mejorar la salud en general y a prevenir o retrasar el inicio de la enfermedad de Parkinson, pero no son medidas preventivas comprobadas.

 

No tiene cura, pero existen tratamientos que pueden aliviar los síntomas y mejorar la calidad de vida de los pacientes. Algunos de estos tratamientos son medicamentos, cirugía, terapia física y ocupacional, y apoyo psicológico.

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