En la Antigua Grecia, las mujeres no tenían permitido participar en los Juegos Olímpicos, los cuales estaban reservados exclusivamente para los hombres. Tampoco podían asistir, ni siquiera, como espectadoras, debido a que los atletas competían desnudos; esto, para demostrar que, en realidad, fueran hombres y que ninguna mujer pudiera colarse, oculta bajo algún tipo de ropaje.
No obstante, había una versión femenil: los Juegos Hereos, que datan del año 600 a. C. y que se celebraban en honor de la diosa Hera, esposa de Zeus y reina del Olimpo. Tenían lugar cada cuatro años y se realizaban poco antes de las justas masculinas; consistían en sólo carreras atléticas, con un recorrido, aproximadamente, un 20 % más corto que el de los hombres.
Las participantes competían en tres niveles de edad y, según Pausanias –viajero e historiador griego del siglo II–, a diferencia de los hombres, no lo hacían desnudas, sino que vestían una túnica, llamada quitón, chitón o jitón, que les llegaba hasta las rodillas y les dejaba al descubierto un hombro. Las ganadoras eran coronadas con un tocado de olivo y, como premio, recibían la carne de las reses que habían sido sacrificadas para Hera. Asimismo, se les concedía el derecho de dedicar estatuas con su nombre y podían aparecer en retratos en el templo de Hera.
En su Descripción de Grecia, Pausanias explica que los Juegos Hereos se crearon por iniciativa de Hipodamía, quien fue hija de Enómao, rey de Olimpia, y esposa de Pélope.
Todo comenzó a raíz de que Tántalo, padre de Pélope, descuartizó a su hijo, cuando éste apenas era un niño, y lo cocinó para ofrendárselo a los dioses. Deméter, diosa de la agricultura, comió un bocadillo del banquete, sin darse cuenta de que era el brazo izquierdo del infante. Sin embargo, el resto de las deidades sí advirtieron la naturaleza del festín, por lo que le devolvieron la vida al pequeño Pélope, y, como le faltaba su brazo izquierdo, le adaptaron una prótesis de marfil.
Tiempo después, el rey Enómao organizó una carrera de carros, con el objetivo de buscarle marido a su hija, Hipodamía; el hombre que lograra vencerlo sería el esposo de la doncella. Pélope, siendo ya un joven vigoroso y fuerte, participó en la competencia y, con ayuda de Poseidón, resultó vencedor. Como agradecimiento por su matrimonio, Hipodamía convocó a 16 mujeres, para que se encargaran de organizar los Juegos Olímpicos femeniles, en honor a Hera.
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