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Hedy Hernández

Hígado graso, enfermedad de nuestros días




El hígado graso es una condición que se produce cuando se acumula demasiada grasa en las células del hígado. Esto puede afectar la función normal del hígado y causar inflamación, daño y cicatrización del tejido hepático. Puede ser de dos tipos: alcohólico y no alcohólico, según la causa que lo origine.

 

El hígado graso alcohólico es el resultado del consumo excesivo de alcohol, que impide que el hígado descomponga y elimine las toxinas. Esto provoca que la grasa se acumule en el hígado y lo dañe. El hígado graso alcohólico puede evolucionar a hepatitis alcohólica, que es una inflamación severa del hígado, o a cirrosis, que es una cicatrización irreversible del hígado. El tratamiento del hígado graso alcohólico consiste en dejar de beber alcohol y seguir una dieta saludable.

 

El hígado graso no alcohólico es el tipo más común de hígado graso y está relacionado con factores como la obesidad, la diabetes, el colesterol alto, la hipertensión y el síndrome metabólico. Estos factores aumentan la resistencia a la insulina y el estrés oxidativo, que favorecen la acumulación de grasa en el hígado. El hígado graso no alcohólico puede progresar a esteatohepatitis no alcohólica, que es una inflamación y un daño más graves del hígado, o a cirrosis y cáncer de hígado. Este padecimiento está presente en más de una cuarta parte de la población en general y en más de la mitad de los individuos con diabetes de tipo 2 y no existe de forma aislada. La relación entre la esteatosis hepática no alcohólica y el síndrome metabólico, incluidas obesidad y diabetes, es bidireccional: cada una empeora la otra.

 


El tratamiento del hígado graso depende del tipo y la gravedad de la enfermedad, así como de la presencia de otras complicaciones. En general,

consiste en perder peso, hacer ejercicio, controlar la glucosa y los lípidos en la sangre y evitar el alcohol y los medicamentos que puedan dañar el hígado.

 

Por lo general, la enfermedad del hígado graso no alcohólica (EHGNA), que incluye el hígado graso no relacionado con el alcohol (HGNA) y la esteatohepatitis no alcohólica (EHNA), es una enfermedad silenciosa con pocos o ningún síntoma. Es posible que el paciente no tenga síntomas incluso si desarrolla cirrosis causada por la esteatohepatitis no alcohólica.

 

Algunos de los síntomas más frecuentes son el dolor o la sensación de pesadez en el abdomen superior derecho, la fatiga, la pérdida de apetito, la ictericia, el edema y el sangrado.

 

El diagnóstico del hígado graso se basa en la historia clínica, el examen físico, los análisis de sangre, las pruebas de imagen como el ultrasonido o la tomografía y la biopsia hepática.

 

Afecciones de salud

Es más probable que una persona desarrolle enfermedad del hígado graso no alcohólica si tiene las siguientes afecciones de salud:

 

·       Sobrepeso u obesidad

·       Resistencia a la insulina o diabetes tipo 2

·       Concentraciones anormales de grasas en la sangre, que podrían incluir:

·        Concentraciones altas de triglicéridos

·        Concentraciones anormales de colesterol: colesterol total alto, colesterol ldl alto o colesterol hdl bajo

·       Síndrome metabólico o uno o más rasgos del síndrome metabólico. El síndrome metabólico es un grupo de rasgos y afecciones médicas relacionadas con el sobrepeso y la obesidad. Los médicos definen el síndrome metabólico como la presencia de tres de las siguientes características:

·        Cintura ancha

·        Concentraciones altas de triglicéridos en la sangre

·        Concentraciones bajas de colesterol hdl en la sangre

·        Presión arterial alta

·        Concentraciones de glucosa en la sangre más altas de lo normal o un diagnóstico de diabetes tipo 2

 

Presentar más de estas afecciones de salud aumenta la probabilidad de desarrollar esteatohepatitis no alcohólica.

 

La dieta y el aparato digestivo

Los científicos han estudiado si las dietas ricas en fructosa, un azúcar que es parte del azúcar de mesa y que también se agrega comúnmente para endulzar bebidas y alimentos, podrían aumentar el riesgo de la enfermedad del hígado graso no alcohólica.

 

También han examinado la relación entre la enfermedad del hígado graso no alcohólica y los microbiomas, es decir, las bacterias en el tubo digestivo que ayudan con la digestión. Los estudios han encontrado diferencias entre los microbiomas de las personas que tienen enfermedad del hígado graso no alcohólica y las que no.

 

La prevención del hígado graso es fundamental para evitar complicaciones y mejorar la calidad de vida. Algunas de las medidas que se pueden tomar para tratar el hígado graso son:

 

•  Perder peso: la obesidad es uno de los principales factores de riesgo para el hígado graso, por lo que perder peso puede reducir la cantidad de grasa en el hígado y mejorar su función. Se recomienda perder peso de forma gradual y saludable, evitando las dietas extremas o el ayuno, que pueden empeorar el hígado graso.

 

•  Llevar una dieta equilibrada, baja en grasas saturadas, azúcares refinados y alcohol, y rica en frutas, verduras, cereales integrales y proteínas magras. Estos alimentos ayudan a controlar los niveles de glucosa, colesterol y triglicéridos en la sangre, que están relacionados con el hígado graso.

 

•  Practicar actividad física regularmente: el ejercicio físico ayuda a quemar el exceso de grasa, a mejorar la sensibilidad a la insulina y a prevenir el estrés oxidativo, que son factores que favorecen el hígado graso. Se recomienda practicar actividad física moderada, al menos 30 minutos al día, cinco veces a la semana.

 

•  Evitar el consumo de alcohol: el alcohol es una de las principales causas del hígado graso alcohólico, pero también puede agravar el hígado graso no alcohólico. El alcohol impide que el hígado descomponga y elimine las toxinas, lo que provoca que la grasa se acumule y dañe el hígado. Se recomienda evitar el consumo de alcohol o limitarlo a cantidades moderadas.

 

•  Evitar el consumo de sustancias que puedan dañar el hígado: algunas sustancias, como ciertos medicamentos, hierbas o suplementos, pueden tener efectos tóxicos sobre el hígado y aumentar el riesgo de hígado graso. Se recomienda consultar con el médico antes de tomar cualquier sustancia que pueda afectar al hígado, y seguir las indicaciones y las dosis adecuadas.

 

•  Controlar los niveles de glucosa, colesterol y presión arterial, siguiendo las indicaciones médicas y tomando los medicamentos adecuados.

 

•  Realizar chequeos médicos periódicos, especialmente si se tiene algún factor de riesgo o antecedente familiar de hígado graso.

 

Estas son algunas de las medidas que se pueden tomar para tratar el hígado graso, pero es importante consultar con el médico para recibir un diagnóstico y un tratamiento personalizados, según el tipo y la gravedad de la enfermedad, así como de las posibles complicaciones. El médico puede indicar el uso de algunos medicamentos, como los antioxidantes, los antiinflamatorios o los hipolipemiantes, que pueden ayudar a mejorar el hígado graso, pero que no son suficientes por sí solos. El médico también puede recomendar el seguimiento de algunos exámenes, como los análisis de sangre, las pruebas de imagen o la biopsia hepática, para evaluar la evolución y el pronóstico de la enfermedad.

 

Referencias:

1.     Hígado graso. (2019). Medlineplus.gov; National Library of Medicine. https://medlineplus.gov/spanish/fattyliverdisease.html

 

2.     Hígado graso: Causas, síntomas y diagnóstico. (2021, December 14). Healthline. https://www.healthline.com/health/es/higado-graso-2

 

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