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Foto del escritorRedacción Relax

Italia reabre sus puertas… vamos a Taormina



La mejor carta de presentación que tiene Italia es su territorio, plagado de atractivos que emanan creatividad, historia y arte, y que, si están enmarcados por la inmensidad del océano, qué decir, son exquisitas joyas a la vista. Ejemplo de ello es Taormina, en la costa este de la isla de Sicilia, entre Mesina y Catania, extendida sobre uno de los picos del monte Tauro, a 200 metros de altura.

Sus 13 kilómetros de superficie aún conservan la atmósfera griega que los configuró, cuyo telón de fondo es el volcán Etna y un increíble cielo, por ello no es misterio que sea una de las ciudades de mayor afluencia turística desde el siglo XIX y que haya servido de inspiración a Tennesse Williams, Truman Capote o el mismo Salvador Dalí.

Fundada por los griegos en el año 736 a. C., bajo el nombre de Naxos, esta tierra tiene una larga historia de siglos en los que fue objeto de disputa entre militares y políticos, que pronto vieron su ubicación como un beneficio para crecer en poder y también para citar a sus mercenarios. Por ejemplo, un antecedente la señala como uno de los contextos para la segunda guerra púnica, uno de los conflictos bélicos ocurrido entre los años 264 a. C. y el 146 a.C., donde se enfrentaron Roma y Cartago. Fue entonces que pasó a formar parte de los romanos, al igual que el resto de la isla, obteniendo el estatus de ciudad federada, aliada e independiente.

Del año 134 a. C. al 132 a. C., el territorio estuvo ocupado por esclavos, quienes se opusieron al cónsul Publio Rupilio, pero el territorio se redujo debido al hambre, y, además, su jefe local y otros fueron ejecutados. Para el año 36 a. C., pasó a manos de Sexto Pompeyo, que, luchando contra Augusto, perdió la batalla, por lo que los habitantes fueron desalojados y ahí se estableció una colonia romana.

Desde ese momento, Taormina fue reconocida como una propiedad bizantina, pero en el año 906 fue ocupada por los árabes y destruida. Tuvieron que pasar varias décadas para que la tomara Roger I de Sicilia, reconocido como conde de Sicilia, quien la reconstruyó en el año 1079.

Algunas opciones de este paraíso, como consideraba Goethe a Taormina, que lo estarán esperando tan pronto reanude su afán viajero, son las siguientes:

Isola Bella, pequeña isla de exótica vegetación que es el recuerdo y legado de la inglesa Florence Trevelyan, quien conoció Taormina en 1881 y unos años más tarde la eligió como su residencia vitalicia. Junto a su esposo Salvatore Cacciola construyó una gran casa con 50 habitaciones cerca del Gran Hotel Timeo, además de otras propiedades.

Siendo amante de la naturaleza, Trevelyan llegó a poseer perros, loros, cuervos, palomas y otros animales, y mandó a edificar maravillosos jardines que pidió fueran cuidados por las próximas generaciones y que se conocen como la Villa Comunale, éstos en otra ubicación.


Iglesia de San Pancrazio, fue levantada en honor al patrón de Taormina, sobre las ruinas de un antiguo templo en honor a las deidades greco-egipcias Isis y a Serapi. Data del siglo XVII y posee una fachada de piedra que es flanqueada por efigies de santos.

Porta Messina, es una de las dos entradas fortificadas de la ciudad, a 800 metros de distancia, en el extremo sudoeste del Corso y, por ello, también es un lugar de tránsito del turismo; la otra es Porta Catania.

En la Piazza Badia, se ubica el impresionante Palacio de Corvaja, que captura la historia de Taormina: como su primera torre, construida por los árabes en forma de cubo en el siglo X; una sección, con modificaciones hechas por los normandos, y un ala, incorporada por los españoles que gobernaron Sicilia a principios del siglo XV, cuando se convirtió en propiedad de la familia Corvaja. Hoy en día, el Palacio de Corvaja alberga al Museo de Arte y Tradiciones Populares de Sicilia y a la Oficina de Información Turística.


Iglesia de Santa Caterina di Alessandria, se construyó en el siglo XVII, y siendo restaurada en 1970, reveló en sus cimientos una cripta y ruinas de un teatro romano.

El tesoro definitivo de esta ciudad es el Teatro de Taormina, (primera imagen de esta sección), también conocido como teatro greco-romano de Taormina, que data de la época helenística, que fue reconstruido durante el dominio romano, que lo usaba como escenario de lucha de gladiadores. Desde éste se puede apreciar al municipio de Giardini-Naxos, perteneciente a Mesina y al volcán Etna, con 3 mil 322 metros de altura. Con un aforo para 5 mil personas, hoy es sede del Festival de Cine de Taormina y de otros eventos artísticos, pues posee una excelente acústica.

La Piazza IX Aprile es la plaza principal de la ciudad, donde confluyen importantes edificaciones como la Iglesia de San José, del siglo XVII, con su fachada rosada y la antigua Iglesia de San Agustín, que ahora funciona como biblioteca. Destaca su gran torre con un reloj, que sirve de tránsito hacia el Borgo Medieval, un antiguo barrio de la ciudad. Pero, también se ubica el Bar Mocambo, abierto desde 1952, el rincón favorito de escritores y artistas.

Catedral de San Nicolás, construida en el año 1400, en honor a San Nicolás de Bari, en la Plaza Duomo, tiene una fachada bastante sobria y en su parte superior un rosetón de estilo renacentista. Frente a su entrada se erige una fuente ornamentada con un minotauro, que data de 1635.

Una opción más, es la impresionante vía que atraviesa la ciudad: el Corso Umberto, que

rodeada de tiendas, terrazas y cafés, es sede de la convivencia.


Nopal

Una de las razones que llama la atención sobre Taormina son sus paisajes, en los que figura en primer plano, algún nopal, planta originaria de México, cuyo nombre científico es Opuntia ficus-indica, en alusión a un pueblo griego llamado Opus u Opuncia.

Todos sabemos que este vegetal, integrado en el escudo de la bandera, documenta nuestra historia, pues era fuente de alimento de los pueblos chichimecas.

Prácticamente en toda Sicilia hay nopales, los cuales llegaron a Europa hace 500 años, aunque sus habitantes no los consumen, a diferencia de Latinoamérica.


En Luces de Taormina, Mark Knopfler la hizo lucir al máximo, oscilando entre la oscuridad de la bahía, el amor que fumaba bajo el Etna, echando de menos otros tiempos en los que deambulaba con su amada a la orilla del mar, en fin … mitos de dioses y hombres que siempre se escuchan…


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