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Moisés Zúñiga

Los grandes valses de la historia



Uno, dos, tres… Uno, dos, tres… El ritmo para los pasos del vals se ha extendido por todo el mundo como un elemento básico del baile de salón. Este género es fácil de aprender, pero con suficientes variaciones y complejidades, que lo han convertido en un baile social sofisticado.


¿Quién no ha bailado, o al menos, oído hablar del vals? Ya sea que se presente como un baile romántico o como parte de una competencia, al estilo vienés de alta velocidad, es claro que el vals tiene un lugar importante en la historia de los bailes de salón.


Aunque, hoy, es uno de los bailes más populares del mundo, no siempre fue apreciado así; incluso, estuvo catalogado como “prohibido”.


Una historia escandalosa


El vals es el más antiguo de los bailes de salón, cuya historia se remonta a la Alemania rural. Fue a mediados del siglo XVIII cuando los campesinos de Bohemia, Austria y Baviera comenzaron a bailar algo llamado ländler, un estilo folclórico que se considera el precursor del vals.


Cuando el vals se introdujo por primera vez en los salones de baile del mundo, a inicios del siglo XIX, fue recibido con indignación, ya que era el único baile en el que la pareja danzaba en una posición cerrada modificada, con la mano del hombre rodeando la cintura de la dama.


Antes del vals, la gente danzaba una alrededor de la otra, con poco o ningún contacto. A medida que este tipo de ritmo comenzó a ganar popularidad, fue criticado por motivos morales, debido a su postura cerrada y a sus rápidos movimientos de giro. Los líderes religiosos lo consideraban vulgar y pecaminoso; incluso, fue señalado hasta el punto de que las personas eran amenazadas de muerte por practicarlo.


Alrededor del siglo XVII, la clase alta sofisticada bailaba el minueto o minué en sus reuniones, una danza barroca, en compás de 3/4, que se introdujo en la corte de Luis XIV. Sin embargo, el nuevo baile de los campesinos era mucho más divertido, tanto que los nobles asistían a las reuniones de la clase baja sólo para disfrutarlo.

Vals: principales características


Considerado un estilo de baile suave, el vals es un género en pareja, que se ejecuta en sentido contrario a las manecillas del reloj, alrededor de la pista de baile. Los bailarines deben mover sus hombros suavemente, en paralelo con el piso, y deben esforzarse para alargar cada paso. En el primer tiempo de la música, se avanza un paso sobre el talón, luego, sobre la bola del pie, con un ascenso gradual hacia los dedos del pie, y continúa hasta el segundo y tercer tiempo de la música. Al final del tercero, el talón se baja al piso, a la posición inicial. A menudo, se usa la cuenta uno-dos-tres, uno-dos-tres, para no perder la cadencia.


Hay diversos estilos de vals, como el americano, el internacional o inglés, el vienés, entre otros; cada uno, con sus propias características. Sin embargo, la principal diferencia tiene que ver con los movimientos de las posiciones cerradas y abiertas.


Los compositores que escribieron música de este género incluyen a Franz Schubert, Fréderic Chopin, Johannes Brahms y Maurice Ravel. Otros autores, posteriores a la Primera Guerra Mundial, son Gustav Mahler e Igor Stravinsky.

En 1864, el compositor austriaco Johann Strauss hizo, por primera vez, música exclusivamente para bailar e impulsó el género del vals a la popularidad, por lo que se ganó el título de el ‘Rey del vals’. Tres años más tarde, compuso la canción Sobre el hermoso Danubio azul, más conocida como Vals del Danubio, que, hoy, ocupa un lugar importante en la historia del género y es reconocida como un himno no oficial de Austria.


Estas piezas musicales, generalmente, evocan una respuesta emocional o sensaciones que, por lo regular, se correlacionan con el estilo de la danza. A mucha gente, les recuerdan un pasado maravilloso, momentos agradables y significativos, o a personas que tuvieron un lugar especial en su vida.


Los grandes piezas musicales


De la diversidad de melodías que existen, se pueden identificar algunas que, por su popularidad y belleza, han destacado del resto. Esta es sólo una muestra:


El Danubio azul (Johann Strauss II)


Es el vals más popular y conocido del mundo. Un favorito de todos los tiempos. Se interpreta anualmente en la celebración de Año Nuevo en Viena; conmemoración que, sin duda, ha extendido su renombre. Esta tradición fue vista, durante mucho tiempo, como incómodamente nacionalista, pero, ahora, se disfruta como un alegre viaje de nostalgia a los bailes de la antigua Viena.


El Danubio azul se usó en la película 2001: Una odisea del espacio (1968), de Stanley Kubrick; así como en Un experto en diversiones (1986), de John Hughes, y parece haberse convertido en un importante indicador de la música clásica en general, incluso, para los no aficionados.


El lago de los cisnes (Piotr Ilich Chaikovski)


Es, probablemente, el vals más conocido de Chaikovski. Cuenta la historia del amor condenado del príncipe Siegfried y la princesa Odette. Una noche, el joven sale de caza y persigue a un grupo de cisnes; uno de ellos se transforma en una hermosa mujer, Odette, quien explica que ella y sus compañeros fueron convertidos en cisnes por el malvado barón Von Rothbart.


Evidentemente, Chaikovski disfrutó hacer la música para El lago de los cisnes, escribiendo mucho más material del que jamás sería necesario. De hecho, la versión más encontrada hoy en día es una editada, creada después de la muerte del autor y considerablemente más corta que la obra original.



Vals No. 2 de la Suite para orquesta de variedades (Dmitri Shostakóvich)


Existe cierta controversia sobre los orígenes de este vals, una de las obras más conocidas del compositor, pero los expertos creen que fue escrito para la banda sonora de El primer convoy (1956), una película soviética sobre jóvenes que llegan a la región esteparia de Kazajstán, para desarrollar una tierra virgen.


El vals aparece en la Suite para orquesta de variedades, de Shostakóvich. Con una melodía tan pegadiza como la de El Danubio azul, es una pieza poderosa y evocadora, en tono menor, yuxtapuesto, sorprendentemente, con una sección central más alegre, que desafía a cualquiera a no cantar. Stanley Kubrick usó este vals, con gran efecto, en su película de 1999, Ojos bien cerrados.


La Bella Durmiente (Piotr Ilich Chaikovski)


Con un ritmo perfecto y una melodía irresistible, la conmovedora Grande valse villageoise, de Chaikovski, es una de las obras más conocidas del compositor ruso. Este vals, contenido en La bella durmiente, op. 66, es una de las piezas auditivas dominantes del vals romántico tardío.


La bella durmiente es uno de los ballets más conocidos por el público y consta de prólogo y tres actos. Grande valse villageoise proviene del primer acto del ballet, cuya historia está basada en el cuento de La bella durmiente, de Charles Perrault.


Los patinadores (Émile Waldteufel)


Les patineurs es uno de los valses más famosos del mundo. Fue compuesto en 1882, por Émile Waldteufel, músico francés, originario de una familia judía, nacido en Estrasburgo, en 1837. La música de este autor está caracterizada por un sentido melódico, en la tradición de compositores de sinfonías franceses de su época, como Gounod, Saint-Saëns y Bizet.


Evocando visiones de escenas nevadas y diversión invernal deportiva, con su introducción resbaladiza y derrapadora, este vals es, actualmente, una de las piezas favoritas para las competencias de patinaje y los espectáculos sobre hielo. Su ritmo es más parejo, sin la cadencia del tercer tiempo que caracteriza a sus homólogos vieneses.


La historia de los bailes de salón está llena de danzas importantes y momentos en los que los nuevos estilos modificaron por completo la tradición del baile y permitieron la transformación total de la cultura popular dancística; el vals es uno de éstos. Hoy en día, éste es apreciado por innumerables personas que acuden a los salones de baile, pero también por entusiastas que asisten a los eventos sociales de etiqueta, como las celebraciones de bodas.





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