Recordado por su crítica social a través de la sátira y el humor negro
Muchos autores estadounidenses del siglo XIX se ganaron su lugar en el canon de la literatura, pero ninguno fue más influyente que Mark Twain, quien, además, está considerado como uno de los mayores cronistas para niños de su época.
En medio del período de la Reconstrucción (1865-1877), Twain fue un talentoso escritor, orador y humorista, con una peculiar personalidad que brilló a través de su trabajo. A medida que su escritura ganaba en popularidad, se convertía en una figura pública y en un estadounidense destacado, cuya obra supone una de las mejores en el género del realismo.
¿Quiere saber más sobre este ícono literario y su legado? Vayamos a los fascinantes hechos y circunstancias de su vida.
Su nombre real y su seudónimo
Antes de todo, es importante poner en claro que Mark Twain no era su nombre de pila. De hecho, se llamaba Samuel Langhorne Clemens, y utilizó seudónimos durante su larga carrera. El primero fue, simplemente, Josh, y el segundo, Thomas Jefferson Snodgrass. Sin embargo, escribió sus obras más conocidas bajo la autoría de Mark Twain.
Dicha firma apareció, por primera vez, al final de un reportaje publicado en el diario The Territorial Enterprise, el 3 de febrero de 1863, cuando trabajaba como reportero en Carson City. El motivo por el que decidió adoptar un seudónimo todavía se debate, pero lo más probable es que haya sido para tener mayor libertad de expresión sin comprometer su nombre real.
En su libro de memorias, Life on the Mississippi (1883), señala por qué eligió ese apodo en particular para sus novelas más famosas. “El anciano (en referencia a Horace E. Bixby, el piloto canoso que le enseñó a navegar) no tenía giros ni capacidad literaria, pero solía apuntar breves párrafos con información práctica y sencilla sobre el río, firmarlos con ‘MARK TWAIN’ y dárselos al New Orleans Picayune. Se relacionaban con el estado y la condición del río, y eran precisos y valiosos; y hasta el momento, no contenían veneno”.
Su infancia: inspiración de grandes obras
Mark Twain nació el 30 de noviembre de 1835, en Florida. Fue el sexto hijo de John Marshall y Jane Lampton Clemens; nació dos meses antes de tiempo y estuvo, relativamente, mal de salud durante los primeros diez años de su vida, por lo que su madre probó varios remedios alopáticos e hidropáticos en él; tales recuerdos han quedado plasmados en Tom Sawyer y otros escritos. Debido a sus continuas decaídas, a menudo, era mimado, especialmente por su madre.
Twain creció en Hannibal, Missouri, una ciudad del río Misisipi, sitio que, luego, utilizaría como escenario para dos de sus obras más famosas, Huckleberry Finn y Tom Sawyer. Comenzó su carrera como tipógrafo en un periódico, trabajó como impresor, piloto de barco fluvial y luego se dedicó a la minería de oro.
Primeras señales de una gran carrera
En 1862, Twain se mudó a Virginia City, donde consiguió su primer trabajo como reportero en The Virginia City Territorial Enterprise, el periódico más leído desde Chicago hasta San Francisco. Luego, se mudó a San Francisco y, ahí, laboró para The Morning Call, de donde fue despedido por escribir artículos antiimperialistas sobre Theodore Roosevelt.
Así comenzó un período oscuro en su vida, que duró varios meses y terminó cuando se fue a Tuolumne, en California, para hacer un poco de minería. Allí, escuchó la historia de una rana saltarina, ampliamente conocida por los pobladores. Decidió tomar notas, con la idea de hacer una representación literaria; misma que se materializó cuando el humorista Artemus Ward (Charles Farrar Browne) lo invitó a contribuir en un libro de bocetos humorísticos. Entonces, Clemens decidió escribir la historia.
Aunque el cuento llegó tarde para ser incluido en el volumen, se publicó en el periódico New York Saturday Press, en noviembre de 1865, bajo el título de Jim Smiley and his jumping frog (Jim Smiley y su rana saltarina), convirtiendo a Twain en una celebridad repentina. Posteriormente, se publicó con el título The celebrated jumping frog of Calaveras County.
Los siguientes años fueron importantes para Twain. Su gran producción literaria lo convertiría en un ícono de su tiempo. Completó algunos de sus libros más famosos; novelas como Las aventuras de Tom Sawyer (1876) y La vida en el Misisipi (1883) capturaron tanto sus recuerdos de Misuri como las representaciones de la escena estadounidense.
Sin embargo, también plasmó su perspectiva social; por ejemplo, en El príncipe y el mendigo (1881), exploró las relaciones de clase, al igual que en Un yanqui en la corte del rey Arturo (1889), donde, yendo un paso más allá, criticó la opresión en general mientras examinaba la aparición de nuevas tecnologías en el período.
En la década de 1880, fundó su propia editorial, llamada Charles Warner & Co, donde imprimió su trabajo y las biografías de personajes famosos, como Ulysses Grant, el Papa León XIII y Elizabeth Custer, la esposa del general Custer.
Twain siempre será recordado, ante todo, como un humorista, pero fue mucho más: moralista público, animador popular, filósofo político, escritor de viajes y novelista. Quizás, sea demasiado afirmar, pero su trabajo y legado le han dado un lugar en la cultura literaria estadounidense y la de todo el mundo.
¿Sabía que…
el cometa Halley apenas se veía en el horizonte la noche del nacimiento de Mark Twain?, y que, el día de su muerte, ¿reapareció en el cielo?
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