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El poeta nicaragüense murió hace más de un siglo –107 años, para ser precisos–, el 6 de febrero de 1916, cuando sólo tenía 49 años de edad. Sin embargo, en las calles empedradas de su ciudad natal, San Pedro de Metapa –rebautizada como Ciudad Darío, en su honor–, y en toda España y América Latina, su poesía y prosa continúan inspirando a generaciones de escritores.
Su nombre de pila era Félix Rubén García Sarmiento, pero era conocido por todos como Rubén Darío. Durante su carrera, que abarcó desde finales del siglo XIX hasta principios del XX, se convirtió en uno de los más grandes poetas de América Latina. Es considerado como el padre del modernismo literario, corriente de la cual fue precursor en este continente, influenciado por la poesía francesa. Su escritura modernista se compuso de los aportes de los estilos romántico, parnasiano y del simbolismo.
La poesía de Rubén Darío es, sin duda, de gran relevancia para la lengua española. No por nada, el escritor argentino Jorge Luis Borges lo llamó el “libertador del lenguaje”, porque lo transformó, lo revolucionó y le dio vida a través de la corriente que lideró.
Su legado perdura no sólo en los poetas que le siguieron, como Juan Ramón Jiménez, quien fue su discípulo, sino, también, en otros a los que influyó, como César Vallejo y Pablo Neruda.