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El 27 de febrero de 1932, nació la actriz Elizabeth Rosemond Taylor, en Londres, Inglaterra, producto del matrimonio entre un hombre dedicado al comercio de arte estadounidense y una ex actriz. En 1939, la familia se mudó al sur de California, y en 1942, la pequeña Taylor hizo su debut cinematográfico, en There's one born every minute.
Liz, como muchos la llamaban, no fue una actriz ordinaria; interpretó una amplia variedad de papeles, desde una adolescente que monta a caballo hasta una reina egipcia. Su trabajo la hizo ganadora de varios premios, entre ellos, el Óscar y el Globo de Oro, por mejor actriz.
En la cúspide de su vida, no sólo era considerada la estrella más deslumbrante de Hollywood, sino, también, la mujer más hermosa del mundo. Su famoso rostro rubio la ayudó a seducir a siete maridos, a lanzar una célebre carrera artística y a cautivar a millones de fans.
La meca del cine nunca había tenido a una mujer tan notoria como Taylor. El público acudía en masa a ver sus películas; tanto es así que se convirtió en uno de los activos más valiosos de Hollywood, un hecho confirmado cuando se le pidió que interpretara el papel principal en una nueva versión de Cleopatra, para la que ella exigió y obtuvo una tarifa nunca antes vista: un millón de dólares.