Hace 86 años, en Roma, Italia, Sofia Villani Scicolone, conocida como Sophia Loren, una de las actrices más famosas del siglo XX, leyenda superviviente del cine clásico de Hollywood y la única intérprete viva de la lista del American Film Institute.
A pesar de que su madre era actriz y maestra de piano, y su padre, arquitecto, no pudo tener una vida decorosa, pues su infancia transcurrió durante la Segunda Guerra Mundial, evento que hundió en la miseria a la población de su país en esos años; además, sus padres se separaron y tuvo que vivir con su madre y su hermana, en casa de su abuela.
Sería su apariencia física y posteriormente su talento, lo que le brindaría oportunidades de trabajo, primeramente, en concursos de belleza y después en la actuación, al promediar el siglo pasado.
Durante su importante trayectoria en el cine, Loren se ha hecho acreedora a más de 50 premios internacionales como son dos Óscares, uno de ellos honorífico; un BAFTA; una Concha de Plata en el Festival Internacional de San Sebastián; varios Premios David de Donatello; un César honorífico y varias nominaciones a los Globos de Oro.
Después de casi una década fuera del celuloide, finalmente el año pasado, Sophia decidió regresar a los sets de grabación, en la cinta La vida por delante (La vita davanti a sé, en italiano, o y The life Ahead, en inglés), una producción dirigida por su hijo Eduardo Ponti, y la cual está proyectada para estrenarse bajo la tutela de Netflix, a finales de este año.
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