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El 26 de abril de 1986, sucedió un trágico accidente en la central nuclear de Chernóbil, en la entonces Unión Soviética. El incidente está considerado como el peor desastre en la historia de la generación de energía nuclear. Según las cifras oficiales, sólo 31 personas murieron como resultado inmediato de la explosión, aunque la ONU estima que fueron 50 los fallecidos.
Desafortunadamente, no quedó sólo allí, pues, en los años siguientes, cientos de personas contrajeron graves enfermedades debido a la radiación; algunas de ellas murieron, inevitablemente. Hoy en día, se calcula que ha habido alrededor de cuatro mil muertos por cáncer a largo plazo.
El accidente fue resultado de un mal diseño de la central nuclear, que, además, no disponía de un sitio de contención, sin dejar de mencionar los errores producidos por los operadores de la misma. En adición, la URSS no tenía un sistema independiente de inspección y evaluación de la seguridad de las instalaciones nucleares.
En diciembre de 2016, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó una resolución que designaba al 26 de abril como el Día Internacional de Recordación del Desastre de Chernóbil, bajo la premisa de que "las consecuencias a largo plazo persisten y las comunidades y los territorios afectados todavía tienen demandas en relación a este problema.