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Hedy Hernández

Palacio Nacional, riqueza artística



Es uno de los monumentos coloniales más antiguos y grandes del país, con 40 mil metros cuadrados de superficie, tres niveles y centenares de espacios interiores. Además, es depositario de muebles, pinturas y diversas obras de arte invaluables, destacando el conjunto de murales de Diego Rivera.


Las paredes del Palacio Nacional han albergado a los hornos de la Casa de Moneda, dos jardines botánicos, una biblioteca histórica, una capilla en el antiguo Salón del Senado, una imprenta, caballerizas, los archivos, las oficinas de gobierno, la Secretaría de Hacienda y la Cárcel Real, utilizada hasta 1831, ya que, después, fue reformada para dar lugar a los Patios Marianos, y posteriormente, en 1861, sirvió como alojamiento para la guardia nacional de artesanos, el cuerpo de infantería y la guardia de los Supremos Poderes.


Desde 1822, el Grito de Independencia se ha celebrado ahí, cada 15 de septiembre, a excepción de dos ocasiones: la primera fue en 1823, cuando la capital estaba de luto por los héroes de la Independencia; y la segunda, en 1847, cuando las tropas invasoras de los Estados Unidos ondearon su bandera en la parte superior del inmueble.


Palacio sobre palacio

Su origen se remonta a tiempos prehispánicos, ya que se erige donde se encontraba el palacio de Moctezuma Xocoyotzin, el cual fue destruido durante la conquista de Tenochtitlan, para que Hernán Cortés levantara su propia morada. Con el material recuperado, construyeron una fortaleza de estilo español, provista de torretas; fue la primera en su tipo en la Nueva España. En 1562, el hijo del conquistador, Martín Cortés, vendió el edificio a la Corona española, que tenía el fin de convertirla en la residencia del virrey, representante oficial del rey de España.


En 1692, el palacio fue parcialmente destruido tras un incendio ocasionado por una multitud. Se logró recobrar el segundo nivel, y en 1852, el entonces presidente, Mariano Arista, ordenó la construcción del lado norte, bajo la instrucción de que se conservara el estilo barroco y la misma estructura cuadrangular que se mantiene a la fecha. En 1927 se le agregó un tercer piso, por orden del presidente Plutarco Elías Calles.


En 1824 se firmó la Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos, en la que se decretó que todos los lugares que tuvieran la designación de ‘imperial’ fueran sustituidos por ‘nacional’. Es por ello que, desde entonces, el monumento es llamado Palacio Nacional.


En 1886, la Campana de Dolores fue traída desde Guanajuato y colocada sobre el balcón central del palacio, tañendo, por primera vez, en el 86 aniversario de la gesta independentista.


Hogar de virreyes y presidentes

Durante el Primer Imperio Mexicano (1822-1823), el inmueble fue entregado a Agustín de Iturbide; razón por la que fue llamado Palacio Imperial. Posteriormente, el recinto fue sede del poder del Segundo Imperio Mexicano (1863-1867), dirigido por Maximiliano de Habsburgo. Fue residencia personal de todos los gobernantes entre 1822 y 1884; y a partir de ese año, permaneció como oficina presidencial hasta 1968, recuperando parcialmente dicha función en 2012, y de manera completa, en 2018.


Maximiliano de Habsburgo hizo adaptaciones para instalar galerías, escaleras, salones, una capilla, renovar el jardín botánico, con toda clase de ornamentación europea, incluidas dos Victorias Aladas, que se instalaron en la azotea de la fachada principal durante la época de Sebastián Lerdo de Tejada, donde permanecieron hasta los años veinte del siglo pasado. Incluso, en el área noroeste, fundó el Museo Público de Historia Natural, Arqueología e Historia, que exhibía piezas prehispánicas, como la Coatlicue y el Calendario Azteca.


Arquitectura

El Palacio Nacional está construido con cantera gris de Los Remedios, piedra de Xaltocan, La Villa, Chiluca, y con revestimiento de tezontle.


En su decoración, se pueden encontrar elementos neoclásicos, barrocos y neocoloniales. El diseño en piedra y mampostería es de estilo español clásico. Posee cinco patios grandes y varios menores interiores, rodeados por arcadas, y contiene un laberinto de más patios que se conectan entre sí.


Riqueza artística

Uno de los grandes tesoros del palacio son los murales más conocidos de Diego Rivera, quien, en 1929, fue invitado por el entonces titular de la Secretaría de Educación Pública, el escritor José Vasconcelos, para pintar las paredes del cubo de la escalera, que conectan con el resto del recinto. En ellos, el artista plasmó la grandeza de Tenochtitlan, la clase trabajadora y la lucha de México por la identidad.


La Epopeya del pueblo mexicano (título del conjunto de obras) se extiende a lo largo de 276 metros cuadrados y retrata varios siglos de la historia de México, repartidos en tres secciones: en el muro norte, está plasmado ‘El mundo prehispánico’; en el central, una cronología desde la Conquista a 1930, en el que se aprecian un sol invertido y un volcán en erupción, de donde emerge el dios Quetzalcóatl en forma de serpiente emplumada. El muro sur refleja el ‘México de hoy y mañana’.



Además de la escalera principal, la idea inicial del proyecto era cubrir con frescos todos los corredores del Palacio Nacional, pero sólo se pudo culminar una parte, ya que Rivera murió en 1957.


Por otro lado, el enorme Salón de Recepciones, también conocido como Salón del Dosel y el Trono, alberga retratos de Miguel Hidalgo y Costilla, de José María Morelos y Pavón y de Vicente Guerrero, realizados por Tiburcio Sánchez, Joaquín Ramírez y José Obregón, entre otros pintores. También, a lo largo de la estancia, se distribuyó una serie de lámparas de pie austríacas, candiles de pared, con el remate de la corona imperial, y se quitaron los rasos del techo, para dar aire a la viguería de cedro virreinal.


El Salón de los Héroes posee retratos de Porfirio Díaz, de Cuauhtémoc y de Nicolás Bravo. En el Salón de la Constitución, cuelga un cuadro que representa la firma de la Constitución Mexicana de 1857.


Jardines

Por la puerta que con coincide con el Antiguo Palacio del Arzobispado, se encuentra el Jardín de la Emperatriz, que es parte del legado de la instalación del primer jardín botánico de América, en 1791. Frente a éste, una majestuosa media luna, de altas columnas, conecta con el patio central, donde desemboca la puerta principal, desde el Zócalo capitalino.


En la esquina inferior izquierda del patio, hay una reja de metal, que resguarda la más importante ventana arqueológica del edificio, rodeada por altas paredes coloniales. Desde una baranda, se observa una escalera prehispánica, que pertenece a lo que fue el Tekpankalli de Moctezuma. Sobre esa construcción, se ve un relleno de, aproximadamente, dos metros, en el cual se plantó una base de columna tetralobulada, de estilo renacentista, que marca una de las esquinas de los tres patios que hubo en las casas que mandó a edificar Hernán Cortés.


Patio central

Es de estilo barroco, y su construcción se remonta al siglo XVII. En su centro, se ubicaba la Fuente de Pegaso, una estructura ochavada, que, en 1792, fue sustituida por otra, con el remate de la figura de La Fama (mujer alada), diseñada y elaborada por el ingeniero Manuel Agustín Mascaró.


En 1793, concluyó la construcción de seis garitas de piedra negra y chiluca –dos, para cada puerta de la fachada–, cuya función era resguardar las entradas del edificio, las cuales se mantuvieron en su sitio original hasta 1840.


Recinto Parlamentario

Es un majestuoso salón neoclásico, que albergó la Cámara de Diputados durante gran parte del siglo XIX. La planta es semicircular, acorde al modelo francés de recinto legislativo.



Salón de la Tesorería

Es un bellísimo espacio, que fue renovado en 1925, de estilo art déco, donde se aprecian los detalles nacionalistas de relieve y los rostros tallados en bronce, que adornan las trabes, que se complementan con un piso de mosaicos romanos.


Junto a este salón, la Escalera de la emperatriz, diseñada por el arquitecto Ramón Egea, se levanta en espiral, sin la ayuda de ninguna columna, con un remate de plafón de metal y vidrio. Está hecha con la técnica de la estereotomía: el corte de los peldaños es preciso, de tal manera que actúa como un arco; por eso no tiene ningún soporte. Originalmente, fue creada para dar acceso a los ministros, por lo que, también, se le conoce como la ‘escalera de los ministros’.


Recinto de homenaje a don Benito Juárez

En la ciudadela, sobresale el edificio circular de la Mortadela, sede del Congreso, en el siglo XIX, así como dos jardines botánicos y un museo, que exhibe permanentemente una colección de pinturas, medallas e insignias de Benito Juárez, además de contener una biblioteca especializada en el siglo XIX.


Algunos otros espacios representativos son las galerías de los Mandatarios, de los Insurgentes, de los Embajadores y la de los Presidentes; los salones Juárez, el de los Embajadores, el de Acuerdos, el Panamericano, el Guillermo Prieto (Antiguo Salón de la Tesorería), el Morisco, el Azul, el Verde y el Morado. De igual forma, el Despacho Presidencial, las bibliotecas Presidencial y la del Fondo Histórico ‘Antonio Ortiz Mena’, que resguarda los impresos publicados por la Secretaría de Hacienda desde el siglo XIX y las memorias de Hacienda del siglo XIX, y el Museo Nacional de las Culturas.


Actualmente, este extraordinario recinto alberga las oficinas de la presidencia, al Poder Ejecutivo y a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público; una importante biblioteca y el Museo de las Tres Culturas, que cuenta con tesoros arqueológicos y antropológicos provenientes del exterior de México.

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