Desde que fue creada la fórmula del Índice de Masa Corporal (IMC), hace dos siglos, por el científico belga Adolphe Quetelet, ha sido la medida más utilizada para explicar, de manera rápida y sencilla, nuestra salud corporal; sin embargo, con los avances tecnológicos más recientes, los científicos han descubierto indicadores más exactos para determinar el porcentaje de grasa corporal y masa muscular, datos importantes para poder clasificar adecuadamente a las personas.
¿Qué es el IMC?
Es una fórmula matemática para calcular la cantidad de grasa corporal que tiene una persona, en donde el resultado se puede interpretar para determinar si se está en un rango normal, si se tiene sobrepeso, o bien, bajo peso (o, al menos, eso se supone).
A lo largo del tiempo, esta fórmula ha sido de las más utilizadas en la práctica médica, para determinar la salud del paciente y poderle hacer recomendaciones nutricionales y de actividad física; así como, también, ha sido importante para controlar el crecimiento de las niñas, niños y adolescentes.
¿Cómo se calcula?
El IMC evalúa la relación que existe entre la talla (altura, expresada en metros) y el peso (expresado en kilos), por lo que la ecuación es muy fácil: basta con dividir nuestro peso (kg) entre la talla (m) elevada al cuadrado.
Por ejemplo, para una persona que pesa 90 kg y mide 1.70 m, se calcula de la siguiente forma:
¿Qué significa el número resultante (en el ejemplo: 31.14 kg/m2)? El mismo científico que creó la fórmula, junto con investigaciones posteriores, clasificó el IMC en varias categorías, en función del riesgo de los problemas de salud que se pudieran presentar por una composición corporal alterada.
Con base en ello, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció que un IMC igual o mayor a 25 indica sobrepeso; mientras que si es igual o mayor a 30, se considera obesidad, condición que, también, se subdivide en grados.
¿Dónde está el detalle?
En primera instancia, el IMC se muestra como un método sencillo de clasificación, sin embargo, sabemos que existen diferencias anatómicas y morfológicas entre el cuerpo de un hombre y el de una mujer, y que no poseen la misma composición corporal de grasa y músculo; entonces, ahí, es cuando encontramos que la fórmula del IMC presenta algunas deficiencias, ya que no distingue entre un sexo y el otro. Lo que, para una mujer, puede ser un IMC un poco elevado, para un hombre, puede ser normal o, incluso, bajo. Funciona de la misma manera en los deportistas, ya que una de las cosas buenas del músculo es que “ocupa poco” y “pesa mucho”, por lo que pueden llegar a tener un IMC elevado cuando su composición de grasa corporal esta muy por debajo de la media.
En niños, presenta, también, diferencias significativas, sobre todo porque, en esta etapa, se encuentran en pleno desarrollo, en donde hay temporadas en las que crecen más y tienen más peso, ya que el crecimiento no se presenta de manera lineal, por lo que es aquí donde intervienen las tablas o gráficas de percentiles diseñadas para niñas y niños, divididas por grupo etario.
Entonces, ¿cómo se puede saber cuál es el peso ideal de una persona? Para empezar, el peso ideal depende de diferentes factores, en donde se involucra la grasa, el músculo, el peso de los huesos, el agua, los órganos, etcétera, pero la gran mayoría de éstos no se involucran en la fórmula del IMC.
Viendo todas estas deficiencias en el IMC, un grupo de científicos, en colaboración con la Clínica Mayo y el UK Medical Research Council, después de una investigación de más de una década, descubrió una fórmula de mayor utilidad: el Indicador de Volumen Corporal (BVI, por las siglas en inglés de Body Volumen Index). Esta medida, recomiendan, debe ser manejada exclusivamente por los profesionales de la salud, y es útil para determinar la composición corporal de los pacientes, la distribución del peso y los riesgos asociados para la salud.
Gracias a los avances tecnológicos, el BVI trabaja por medio de un dispositivo móvil, en donde se ingresan los signos vitales, la altura, el peso, la edad, el sexo y el nivel de condición física del paciente, para, después, tomar dos fotografías: una frontal y otra lateral. La aplicación móvil comienza a dividir el cuerpo en siete imágenes 3D, para analizar el volumen y la composición de éste. Todo este proceso tarda, aproximadamente, 30 segundos, y los resultados detallan el volumen de grasa corporal, la grasa visceral, el volumen abdominal, la relación cintura-cadera y la masa muscular.
Por lo tanto, el IMC ya no es una medida muy confiable, puesto que solamente relaciona el peso con la altura, sin tomar en cuenta qué porcentaje de grasa corporal y masa muscular tiene cada persona, siendo una limitante muy importante para poder llegar a un diagnóstico nutricional fiable. Asimismo, se considera que, cuando se clasifica a las personas de acuerdo al grado de IMC que presentan, se olvidan de la importancia de su constitución física, independientemente de los hábitos de alimentación o de las comorbilidades.
Actualmente, el IMC sigue siendo una clasificación muy utilizada por el personal de salud, para tener un parámetro muy general del estado de salud corporal en el que están los pacientes, además de que es una fórmula rápida de hacer; sin embargo, no debe ser el único indicador a tomar en cuenta, sino que, también, deben realizarse estudios paraclínicos, valoración de los hábitos higiénico-dietéticos e identificar si la persona realiza ejercicio o no.
Aunque es recomendable que cada caso sea analizado de manera individual con un experto en salud, el BVI, junto con los dispositivos móviles, nos ayuda a tener un panorama general de cómo se encuentra nuestra salud corporal y empezar a hacer cambios en nuestros hábitos nutricionales y de activación física, para tener un mejor estilo de vida. Los científicos que desarrollaron el BVI consideran que es una medida más precisa que el IMC, ya que estima la distribución de peso que se encuentra alrededor de los órganos, ayudando a evaluar el riesgo de algunas enfermedades, por lo que trabaja con información más detallada que el IMC.