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Foto del escritorRedacción Relax

¿Por qué los hombres van menos al médico?



Según datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) 2012, los hombres tienen mayor probabilidad que las mujeres de ser hospitalizados para el tratamiento de enfermedades no quirúrgicas (40.3 % frente a 27.0 %, respectivamente). Esto se debe, en parte, a que los hombres tienden a prestar poca atención a su salud, por lo que visitan al médico con menor frecuencia, y cuando lo hacen, es porque están muy enfermos y/o presentan complicaciones graves.


Es así como la salud masculina se ve afectada de forma negativa, principalmente, por el machismo y los estereotipos de género que están profundamente arraigados en nuestra sociedad. Sobre esto, debido a la presión social para ser fuertes e independientes, muchos hombres postergan la búsqueda de ayuda médica. Los tratamientos, las pruebas y las visitas al médico, a veces, se consideran síntomas de debilidad, y esto puede tener consecuencias negativas en la salud de los hombres.


Por lo tanto, una de las preguntas que nos podríamos hacer es: ¿qué han hecho mal los hombres o qué han hecho las mujeres para tener mayor esperanza de vida? Se podría argumentar que esto tiene que ver con dificultades sociales y genéticas, pero, también, se asocia con el papel de la masculinidad. Desde que somos jóvenes, se nos enseña que los hombres no lloran, que son el sexo fuerte, que las mujeres se cuidan y que ellos, generalmente, no son conscientes del riesgo de enfermedad; esto hace que la construcción del papel de la masculinidad sea conceptualmente insalubre.


A la población masculina se le anima a ser fuerte y a no mostrarse vulnerable, lo que está relacionado con los estereotipos de género. Dado que reconocer su enfermedad sugeriría una menor autoridad frente a su familia y la sociedad, ven la búsqueda de atención médica como un signo de debilidad y un rechazo a su hombría. La mayoría de la literatura que aborda este tema se centra en las percepciones que tienen los hombres sobre que buscar atención médica es un dominio de las mujeres.


Las mujeres visitan al médico casi el doble de veces que los hombres, sin importar el grupo etario. Adicionalmente, se considera que los hombres no acuden a consulta médica puesto que piensan que “a ellos no les va a pasar”; sin embargo, ellos ocupan los primeros lugares en cuanto a consumo de alcohol, de tabaco, de drogas y de obesidad; y aunque, recientemente, las cifras se han estado igualando, no deja de ser un problema importante de salud.


Por otro lado, los hombres se encuentran con otra dificultad, y es que no siempre saben a quién dirigirse; es decir, las mujeres suelen tener a su ginecólogo como médico de referencia y a quién le consultan situaciones distintas a su rama médica, para obtener una orientación general; mientras que los hombres no siempre tienen eso.

Además, los servicios de salud del país priorizan los problemas reproductivos de las mujeres, específicamente cuando se trata sobre la anticoncepción, la atención prenatal, la atención posparto y otras cuestiones asociadas a la salud femenina.

La falta de adecuación entre la atención médica y los horarios de trabajo es otro factor que contribuye a que los hombres utilicen poco o nada los servicios de salud. A diferencia de las mujeres, que suelen ser socialmente asociadas como cuidadoras familiares, a ellos, se les niegan más permisos para asistir a consultas médicas debido a los estereotipos de masculinidad, lo que dificulta su capacidad de cuidar de sí mismos, además de que, en algunos casos, también, carecen de conciencia sobre su salud. Las mujeres tienen más probabilidades que los hombres de buscar servicios preventivos, según la Ensanut 2012.


Asimismo, es común que los hombres esperen a estar muy enfermos o, incluso, que se encuentren en estado grave o crítico y requieran hospitalización, para animarse a ser atendidos; esto, con la intención de evitar sentirse vulnerables. De igual forma, los hombres recurren con mayor frecuencia a los servicios médicos quirúrgicos, ya que, sin tener en cuenta las cesáreas (que representaron el 13.3 % de las cirugías), la proporción es del 27.1 % para a población masculina y del 20.4 % para la población femenina (Ensanut 2012).


Por otro lado, incluso, cuando los hombres llegan a ir al médico, algunos no quieren hablar de su salud; por ejemplo, algunos reconocen que no son totalmente sinceros con sus médicos. Las explicaciones típicas incluyen no querer que les digan que cambien su alimentación o estilo de vida y sentirse avergonzados o incómodos al hablar de ciertos temas. Por su parte, otros afirman que no mencionan nada relacionado con su salud porque no estaban preparados para afrontar un diagnóstico difícil.


En los últimos años, se ha producido un aumento de la prevalencia de infecciones de transmisión sexual, problemas hormonales y tumores, como el cáncer de próstata o testicular en los hombres.


Si bien, es cierto que la edad es la principal causa del cáncer de próstata, existen otras características genéticas y étnico-raciales que aumentan el riesgo de desarrollar la enfermedad, lo que la hace hereditaria. Por ello, se recomienda que los varones de ascendencia africana y aquellos con familiares de primer grado que hayan padecido cáncer de mama, ovario o próstata antes de los 60 años comiencen a hacerse pruebas de detección a los 45 años.


Los hombres heterosexuales son los que se realizan menos chequeos rutinarios para la detección de infecciones de transmisión sexual. La principal razón es el desconocimiento, ya que creen que sus prácticas sexuales no conllevan riesgo, lo cual no es así.


¿Qué acciones se recomiendan para que esto cambie?


Los hombres deberían tener acceso a más materiales e iniciativas educativas que enfaticen el valor de mantenerse sanos y la necesidad de visitar al médico de manera rutinaria. Además, para que sientan que está bien buscar atención médica, se deben promover valores que reconozcan la importancia de la vulnerabilidad y la salud.


En cuanto a la accesibilidad, los hombres, en particular aquellos con bajos ingresos, deberían tener un acceso más fácil y asequible a la atención médica. Y, por último, pueden beneficiarse enormemente del apoyo y el estímulo de amigos, familiares y parejas, para buscar atención médica cuando sea necesario.


Un hombre puede experimentar una variedad de emociones, tanto positivas como negativas, cuando está preocupado por su salud. En definitiva, mantener el bienestar de un hombre puede ser una tarea difícil, pero que vale la pena, ya que puede mejorar su calidad de vida y brindarle una sensación de empoderamiento y control sobre su salud y su vida.

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