El 18 de junio de 1815, en Waterloo, Bélgica, justo al sur de Bruselas, el emperador francés Napoleón Bonaparte fue, definitivamente, derrotado en batalla. Se había rendido a las potencias europeas antes, en 1814, y había sido exiliado a la isla de Elba, pero logró escapar a París, donde reunió, de nuevo, a su ejército, para esta nueva batalla contra las fuerzas aliadas de Gran Bretaña, Alemania, Bélgica, los Países Bajos y Prusia.
Dirigidas por el duque de Wellington, el mariscal Blücher y el príncipe de Orange, las fuerzas aliadas, conformadas por unos 67 mil hombres y 160 cañones, derrotaron a los 74 mil franceses y a sus 250 arsenales. Las bajas fueron numerosas: 15 mil muertos británicos, 7 mil prusianos y 25 mil franceses; Napoleón, junto con 8 mil de sus compatriotas, fue capturado y hecho prisionero. Luego, fue desterrado, para siempre, a la isla remota de Santa Elena, donde sus ambiciones de gobernar Europa terminaron. Allí, murió, en 1821.
Después de la derrota, Gran Bretaña se convirtió en la nación europea más poderosa, y la coronación de Jorge IV, en 1821, eclipsó a la de Napoleón, en 1804. Este acontecimiento bélico marcó el fin de las guerras napoleónicas y el inicio de una etapa de relativa paz, durante la cual no volvieron a generarse enfrentamientos internacionales a gran escala, hasta el inicio de la Guerra de Crimea, en 1853.
Comments